Los jueces de Castilla

Creo que me meto en un "fregao" interesante al intentar escribir una entrada sobre este tema, pero lo voy a intentar. Si estás leyendo esto es porque finalmente he creído escribir algo interesante sobre un tema del que apenas hay datos.

Empiezo contando qué es eso de los jueces de Castilla. Es una vieja historia sobre el periodo en que el Condado de Castilla dependía de la Corona de León. Supuestamente, los habitantes de la zona se cansaron de tener que ir hasta León para hacer justicia, así que decidieron motu propio nombrar dos jueces locales para resolver los casos que surgieran. Este hecho es tratado como el primer paso en el proceso de independencia del Reino de Castilla. En líneas generales, esta es la historia contada. Aunque estos dos jueces no sean personajes tan conocidos como Fernan González, Diego Porcelos o Rodrigo Díaz de Vivar, sí los puedes encontrar en varios sitios donde se menciona su existencia, como por ejemplo en el Arco de Santa María en Burgos. 



Los tenéis en la fila de abajo, sentaditos en sus sillas curules, con una vara indicando su potestad jurídica. Sus supuestos nombres eran Nuño Rasura y Laín Calvo. 

El problema lo tenemos en que estos personajes, supuéstamente del siglo IX, no aparecen en ningún documento contemporáneo, ni cristiano ni musulmán. Cosa por otra parte normal porque de esa época, la parte más oscura de la Edad Media, no se conservan prácticamente documentos en Europa Occidental. Los personajes empiezan a ser nombrados en el s. XIII y posteriores, de forma que se justifica la existencia de la Corona de Castilla frente a la de León. Concretamente, se los nombra en el libro De Rebus Hispaniae de Jiménez de Rada (el de las Navas de Tolosa), aunque el tema alcanza su éxtasis después con el Poema de Fernan González. Además, en estos escritos se hace una representación hiperbólica de ellos, comentando que Laín Calvo era un gigante y ensalzando sus virtudes como guerrero.  También se los emparenta como ascendientes de Fernan González o el Cid Campeador.

Por estas razones (referencias muy posteriores y descripción mitológica), la mayor parte de los historiadores de nuestra época los consideran personajes de leyenda y no creen que existieran realmente. Humildemente no soy quién para discutir el criterio de tanto experto, pero quiero dejar algunos datos para la reflexión. 

1) Para ser una leyenda inventada, es muy mala. Pudiéndose inventar una afrenta del rey de León como las del Cantar del Mío Cid, combatida por unos caballeros gentiles en batallas épicas, se inventaron algo sin glamour. Lo que nos cuentan las fuentes primitivas es tan soso como que los lugareños estaban hartos de hacerse 300 Km para pedir justicia o mediar en las lindes de dos fincas y encima les trataban mal y no les hacían caso. Para solucionarlo crearon una especie de jueces de paz. Para colmo, la historia de Jiménez de Rada deja un poco mal a Laín Calvo, diciendo que no servía para los juicios, que se enfadaba con facilidad y que no le gustaba ser juez. Pésima historia épica. Si no e vero e mal trovato. Tienes el texto aquí mientras no quiten el enlace, página 196 del pdf.  A Nuño Rasura le pone mucho mejor. No solo era un buen juez, sino que tuvo un hijo igual de bueno llamado Gonzalo Nuñez, quien actuó de caudillo de la zona y además enjendró al famoso Fernán González, conde que independizó Castilla. No parece una cadena dinástica descabellada. La Historia Roderici, aún anterior, también emparenta al Cid con Nuño Rasura en un árbol genealógico aún más largo.

2) Los topónimos. En este blog somos amantes de los topónimos y hemos hecho cosas muy interesantes con ellos. En este caso tenemos dos que nos hablan a gritos. Tenemos dos pueblos del municipio de Villarcayo cuyos nombres son Bisjueces y Villalaín, separados entre sí por solo 2 Km. Están situados además en la comarca de Las Merindades donde se creó la Castilla primitiva, esto es, en la Castella Veteris del area Paterniani de la que hemos hablado en otras entradas de este blog. La tradición dice que era en Bisjueces donde impartían justicia y Villalaín es el sitio donde vivía el vehemente Laín Calvo. 

Sin embargo, ninguno de los dos pueblos aparece en el Becerro de Behetrías, libro del s. XIV donde un contable del rey Pedro I el justiciero o el cruel (a gusto del lector), detalla los impuestos que debe pagar  al rey cada pueblo y ciudad de Castilla.  Esto da a entender que, bien en esa época ya posterior a los jueces, los pueblos no existían o bien que tenían un nombre diferente y es la tradición tardía la que les ha dado el topónimo. Por desgracia la toponimia no nos sirve para aclarar la certeza de los hechos.

3) La inscripción de la Necrópolis de San Andrés de Cigüenza. Por todo internet, buscando un poco, encontraréis que en la Iglesia de San Andrés de Cigüenza había una inscripción que decía:  Hic iacet Nunius Rasura iudex Castellanorum. Os invito a ir, es una buena excursión, cuesta un poco encontrarla, pero merece la pena. Encontraréis que la Iglesia ya no existe y la inscripción tampoco. En cualquier caso sí ha aparecido la necrópolis. Parte de ella ha sido excavada y la mayoría permanece enterrada debajo de la capa de arcilla que se ha ido depositando los últimos 1000 años. Os dejo un video de la necrópolis tomado con dron.



Las tumbas están excavadas en piedra. Los individuos enterrados son de muy corta estatura, alrededor de 1,40 los adultos, cosa al parecer normal en el alto medievo. La parte de explanada que presenta el video por detrás de las tumbas debió de ser donde se encontraba la iglesia. Si algún día hay más excavaciones en la zona es probable que aparezcan muchas más tumbas y, al menos, los cimientos de la iglesia primitiva.

4) Historias de lugareños. Os voy a contar una que oí personalmente hace 25 años a un lugareño un día que me desvié a Villalaín porque no quería subir el puerto de Incinillas en bici. Cuando le pregunté a un paisano del pueblo si creía que era cierta la historia de los jueces, me comentó que en los años 60 del s. XX aparecieron por allí unos funcionarios "de Madrid" para hacer unas exploraciones arqueológicas en la Iglesia de Santa Eulalia. En las excavaciones que hicieron encontraron un cuerpo enterrado de una forma especial correspondiente a un individuo que debía de medir alrededor de 1,80m de estatura. Un auténtico gigante en el alto medievo. Según el lugareño, empaquetaron todo y se lo llevaron al Museo Arqueológico Nacional.

Las partes más antiguas de la Iglesia de Santa Eulalia son claramente románicas, esto es, posteriores al fallecimiento de estos señores. Sin embargo, en este blog sostengo que la romanización y cristianización de esta zona fue muy tardía. Estoy seguro de que fue posterior al periódo visigodo y puede que contemporáneo a los supuestos jueces. Los cristinanos del medievo tenían la convicción de que la forma más segura de ir al cielo era enterrarse en Sagrado. Por eso nuestras iglesias están llenas de tumbas y fosas comunes a su alrededor. No ha sido hasta tiempos muy recientes, cuando se han creado los cementerios para enterrar a la gente y además, estos cementerios se crearon porque las iglesias ya estaban "petadas" de caráveres. 

Teniendo en cuenta lo anterior, entederás que muchas iglesias cristianas se construyeron en las afueras de los pueblos y ciudades en las zonas donde anteriormente había necrópolis. La función de esas iglesias es la de crear un terreno sagrado para poder seguir enterrando a los devotos cristianos. Seguro que conoces cientos de pueblos pequeños y medianos donde hay varias iglesias y una de las más queridas por la población está en las afueras. Ya conoces el motivo. Servían para enterrar gente lejos de donde se vivía. 

Volviendo a nuestro caso, podría tener sentido que se construyera la iglesia después de haber enterrado ahí a bastantes personas. Por otro lado, me han contado ya en muchos sitios la misma historia de funcionarios del Arqueológico Nacional que hace 60 años se dedicaron a llevarse retablos y hacer catas arqueológicas cuyos hallazgos jamás han vuelto a su origen. No estaría mal que el MAN investigue qué es lo que tiene entre sus almacenes.

Evidentemente, seguimos teniendo muy pocas pruebas de que los jueces existieran, pero no puede ser todo mentira. Normalmente estas cosas parten de una verdad inicial que se retuerce y exagera. Igual que Homero no se pudo inventar todo en La Iliada y hoy sabemos que Troya existió, sufrió un asedio en la Edad de Bronce tardía y fue asaltada y quemada, es difícil imaginar que Jiménez de Rada se inventara todo lo que escribió sobre los dos jueces. 

Cada vez que recuerdo la historia que me contó aquel paisano me viene a la cabeza la última escena de la película En Busca del Arca Perdida e imagino que el esqueleto de nuestro malhumorado y vehemente Laín Calvo está dentro de algún cajón de madera sin etiquetar, perdido por los almacenes del MAN. 




 




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