Te recomiendo, si no lo has hecho aún, que antes de leer este artículo, leas el anterior que publiqué sobre el contexto de la batalla. Creo que es importante para enteder todo y saber cómo hemos llegado hasta aquí.
Tenemos, llegados a este punto, un ejército romano como nunca se había reclutado, decidido a terminar con Anibal y los cartagineses. Las fuentes suelen hablar de 80.000 romanos en pie de guerra. Una cifra descomunal para la época.
Frente a ellos 35.000 cartagineses. También un gran ejército que además tiene la ventaja de estar formado enteramente por veteranos ya curtidos en muchas batallas relevantes.
El escenario es la llanura de Cannas, donde el ejército cartaginés había pasado el invierno aprovechando un centro logístico romano que habían capturado intacto. Si os acercáis ahora a la zona, en un pequeño alto hay un monolito que recuerda el evento y que tiene toda la pinta de ser un vértice geodésico.
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Monolito en Cannas |
El sitio se encuentra al norte de la ciudad de Bari, al lado de lo que hoy es San Ferdinando di Puglia. Muy cerca de allí están los restos de Canne della Battaglia que corresponden al sitio donde el ejército cartaginés pasó el invierno. A escasos metros de allí transcurre el río Ofanto que tendrá mucha relevancia en la batalla:
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Campo de batalla de Cannas |
Los romanos eran tantos que tuvieron que dividir sus fuerzas en dos campamentos. No solo eran muchos, sino que estaban mandados por dos cónsules, es decir, tenían dos jefes militares de máximo nivel a la vez: Emilio Paulo y Terencio Varrón, que habían decidido dividirse el mando en días alternativos y tenían visiones tácticas diferentes. Roma solía tener en pie de guerra todos los años dos ejercitos consulares formados por dos legiones cada uno. Cada uno de esos ejércitos consulares estaba al mando de un consul. Cuando se unían ambos ejércitos, tenían que decidir en qué forma compartían el mando ambos cónsules. Muchas veces, el senado nombraba un dictador y le daba el mando único, dejándole un ayudante con el nombre de "maestro de caballería". Pero en este caso no fue así y ambos cónsules se dividieron el mando en días alternativos. Sin duda una mala idea que ayudaba bastante a generar caos en las filas romanas. El día de la batalla le tocaba de turno a Terencio Varrón, que era partidario de plantear batalla en cualquier escenario y condición, pensando que la superioridad numérica romana ya garantizaba la victoria.
Espero que en el mapa con relieve que he puesto encima de estos párrafos, se vea con claridad cómo estaba delimitado el campo de batalla: por el lado sur está el río y por el lado norte esa elevación que sube hacia San Ferdinando. Midiendo las distancias tenemos un llano de entre 1,4Km en su parte más estrecha, hasta 2,2Km en su parte más ancha. Esa es la anchura que tuvieron los ejércitos para desplegarse en líneas.
Puestas estas bases, vamos a ver lo que se cuenta siempre de la batalla e intentar ser un poco críticos con ello.
Motivación: Anibal estaba decidido a dar un golpe definitivo a Roma.
Según este mito, Anibal vio en el ataque romano una gran oportunidad de victoria. Creía en sus capacidades y se enfrentó a Roma tranquilo y confiado en su capacidad personal y la de su ejército. Anibal deseaba la batalla y diseñó una tácnica para ganar.
Siendo un poco críticos, ahora que conocemos las circunstancias de Anibal y de sus enemigos romanos tenemos que dudar de la afirmación anterior por completo. La realidad tuvo que ser muy distinta. Aunque los cartagineses venían de haber infringido 2 terribles derrotas a los romanos en los primero años, también venían de haberlo pasado muy mal el año anterior, con una Roma que les hostigaba constantemente, les cortaba la logística y hasta consiguió emboscarles alguna vez. Ahora, repuestas las filas romanas, se les abalanzaba un ejército de 80.000 legionarios. Tenía que producir terror ver el tamaño de los campamentos romanos en la distancia. Además las primeras victorias se habían producido ambas gracias a los engaños de Anibal ocultando parte o todo su ejército de la vista de los confiados romanos. Pero ni a Anibal le quedaban conejos en la chistera, ni los romanos iban a volver a ser tan confiados. Ya se sabían sus tretas y habían mejorado mucho su capacidad de exploración.
Lo más lógico es pensar que Anibal y su ejército estaban muertos de miedo. No tenían forma de salir de allí porque a su espalda estaba el mar. Tampoco podían en ese momento huir hacia el sur porque con un ejército tan grande, los romanos les forzaban a dar la batalla o morir huyendo sin darla.
Anibal era un tipo inteligente y tenía que ser consciente de que tenía muy pocas posibilidades de salir de allí con vida. Su gran acierto fue detectar los elementos que podían darle ventaja, que no eran muchos y utilizarlos a su favor.
La elección del escentario.
De las pocas cosas que pudo elegir Anibal fue el sitio exacto de la batalla. Decidió que solo presentaría batalla en el lado del rio Ofanto opuesto al que se encontraba su campamento y el principal de los romanos (ver el mapa de más arriba). La razón es bastante fácil de entender: tenía que conseguir a toda costa minimizar la ventaja numérica de los romanos. Encajonando el encuentro entre el río y la elevación del norte, en un ancho medio del campo de batalla de alrededor de 2Km lo podía conseguir en parte. Si aceptamos la hipótesis de que un legionario necesitaba 1 metro cuadrado para poder usar escudo y espada, el frente de batalla de los ejércitos tendría alrededor de 2000 soldados en su primera lineal de contacto. Si hubiera aceptado dar la batalla al sur del rio con un ancho de batalla casi ilimitado hacia el sur, los romanos hubieran podido poner un frente de batalla mucho más amplio que los cartagineses, dado que tenían más del doble de soldados, y aún así mantener su formación habitual de hastarios, príncipes y triarios. Esto hubiera posibilitado que el ejército romano hubiera podido rodear al cartaginés obteniendo una victoria sencilla. No. Anibal no era tonto y no se iba a dejar rodear.
Otra cosa que exagera la historia clásica es la habilidad que tuvo Anibal para cegar a los romanos. La batalla empezó a primera hora de la mañana y el ejército cartaginés, situado al este, contaba con que el sol diera a sus espaldas cegando a los romanos que estaban en el oeste. Evidentemente esto no lo eligió Anibal, fue fruto de los movimientos de acercamiento del ejército romano y aunque favoreció a los púnicos, no fue una cosa que buscaran.
La formaciones de cada ejército.
Entramos en el meollo del asunto y en la decisión que ha hecho correr ríos de tinta durante 2200 años. Anibal hace una innovación revolucionaria y decide no presentar un frente de batalla lineal contra los romanos. En vez de eso les presenta un frente convexo. Vamos a intentar entender qué hizo antes de intentar darle una explicación.
Aunque sabemos en líneas generales la disposición del ejército cartaginés, hay aún bastantes lagunas en cuanto a cómo estaban colocados en detalle. Sabemos por los autores clásicos esta disposición convexa frente al enemigo y sabemos también que en el centro puso las tropas de peor calidad, que en su caso eran los galos que había ido reclutando años antes en el norte de italia. Esta también es una decisión muy extraña porque el centro era la parte más importante de las batallas, esto es, lo que no podía fallar en ningún caso. En la parte media de cada lado puso la mayor parte de su ejército que estaba formado fundamentalmente por los hispanos que había reclutado en la Península Ibérica. En los extremos de cada ala puso a sus tropas de élite, que eran los cartagineses que llevaban con él desde el principio. Vamos a intentar pintarlo:
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Disposición de Anibal en Cannas |
El esquema está rotado 90 grados, de modo que la parte de arriba es el oeste y la de debajo el este.
Frente a ellos formó el ejército romano. Como eran tantos y el terreno era estrecho, la formación romana tenía mucho fondo, es decir, muchas líneas por detrás de aquella que estaba en contacto con el enemigo y que podían dar relevos llegado el momento:
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Disposición romana en Cannas |
Por ser purista, hay que recordar que el ejército romano dividía estas líneas en formaciones más pequeñas llamadas manípulos, pero no las voy a representar para simplificar los esquemas.
Nos falta para completar la foto, las formaciones de caballería de ambos ejércitos, mucho más pequeñas, que fueron moviéndose por los extremos del campo de batalla durante toda la jornada.
Los romanos lo tenían claro. Era tal su superioridad que solo tenían que ir dando relevos a las líneas de combate para terminar con los cartagineses. El único inconveniente podía ser la caballería, aunque no lo creyeron un problema grave. Temían a la caballería púnica pero su superioridad era tal que la daban por amortizada. La caballería romana, de peor calidad, tenía la misión de entretener a la caballería púnica hasta que hubieran terminado con su infantería. El resto corría a cargo de sus legionarios y de la masa de combatientes que habían conseguido reunir.
Antes de analizar la táctica de Anibal, tanto la que pretende la historia clásica, como la que yo creo que tuvo, voy a contarte lo que pasó en la batalla para que tengas los mismos datos que yo y puedas también analizarla.
El choque de los ejércitos.
Las caballerías se lanzaron la una contra la otra y estuvieron correteando por los laterales y por detrás de las líneas durante horas. Respecto a la infantería, los romanos avanzaron en formación contra los cartagineses y chocaron contra su primera línea de galos. Estos galos aguantaron lo que pudieron y finalmente tuvieron que retroceder detrás de las líneas de Íberos.
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Primer choque de los ejércitos en Cannas |
Los romanos siguieron avanzando y chocaron contra los Iberos, iniciando el segundo enfrentamiento.
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Retirada de los galos en Cannas |
Y desde este punto empieza el desastre romano. En vez de mantener la formación, mientras la parte del ejército en contacto con los Iberos de Anibal seguía en la refriega, el centro romano intenta alcanzar a los galos en retirada que estaban justo detrás. Las líneas romanas se deforman y se meten en un embudo al intentar alcanzar a esos galos.
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Persecución a los galos en Cannas |
Desde este punto los romanos no saben qué hacer. Las cohortes de legionarios de los extremos que van perdiendo contacto con el centro, reaccionan intentando recuperar su sitio en la batalla. Como sus primeras líneas están luchando contra los Íberos y no pueden avanzar, las últimas deciden seguir al centro romano que avanza.
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Concentración romana en el centro |
Se acumulan más y más legionarios en el centro romano. No ayuda en nada el fondo que tiene el ejército romano porque los legionarios de las últimas filas no son conscientes de lo que ocurre en las primeras y siguen avanzando, empujando a las líneas que tienen delante. La formación está rota y se acumulan cada vez más legionarios en menos espacio. Hemos visto en el primer artículo que un legionario necesita 1 metro cuadrado alrededor para poder usar su escudo y su espada. Ya no lo tienen y esa masa de soldados empieza a ser poco útil para el combate por esa razón.
Para colmo de males, en este punto de la batalla, la caballería cartaginesa se ha librado de su contraparte romana y aparece por detrás del ejército romano. Eso lleva a empujar aún más a las últimas líneas romanas hacia delante y a apretar más a los legionarios romanos que están en el centro.
Solo falta el golpe de gracia y Anibal hace avanzar a los cartagineses por los extremos de la formación romana de forma que empujen aún más al ejército romano hacia su centro. La suerte está echada.
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Vuelta al campo de Batalla de la caballería Púnica |
Aún en este momento, Roma sigue teniendo un ejército mucho mayor que el cartaginés e igual de castigado en la batalla. Las bajas hasta ese momento no habían sido significativas para ninguno de los dos bandos. Sin embargo los romanos son incapaces de luchar porque están todos apretujados en el centro como la pista de una macrodiscoteca en nochevieja. Sus armas y escudos no valen de nada, ya no hay líneas que remplazar y los centuriones han dejado de tener mando sobre esa masa de gente en pánico que se aplastan los unos a los otros. El evento de ruptura ha ocurrido y ni siquiera son capaces de huir. Los cartagineses siguen empujando.
Aquí termina la batalla y empieza la carnicería. Ya hemos comentado que en la antigüedad la mayoría de las muertes en batalla se producía cuando uno de los contendientes huía. En este caso los romanos ni siquiera pudieron huir. Encerrados en esa jaula, apretados, muchos murieron por las cuchilladas cartaginesas y otros por aplastamiento de la marea humana que se había producido. Las bajas, según los autores clásicos se contaban por decenas de miles.
Entre los pocos que consiguieron salir con vida de allí estaba el consul Terencio Varrón, que huyó a Roma después de la derrota. El otro consul, Emilio Paulo murió durante la batalla debido a la herida recibida en la cabeza por un proyectil cartaginés. De la jaula no consiguieron salir más que grupos aislados de romanos. Entre ellos se encontraba un aún muy joven Publio Cornelio Escipión, quien muchos años más tarde sería por fin el general que vencería a Anibal y daría la victoria a Roma. Nos queda el prometido análisis de la estrategia cartaginesa.
La estrategia de Anibal.
Todo lo que puedes leer de Anibal y Cannas en cualquier libro o por internet es totalmente determinista. Esto es muy normal en el pensamiento humano: cuando conocemos el final de un evento, pensamos que sus protagonistas lo idearon de esa manera y no pudo ocurrir ninguna otra cosa. No dejamos espacio al azar.
Por esta batalla Anibal es considerado uno de los tres mejores genios tácticos de todos los tiempos. Siempre se ha pensado que la formación convexa que presentó a los romanos estaba pensada para producir ese embolsamiento. Anibal, según la versión oficial de siempre, conocía perfectamente la forma de pensar de los romanos y preparó esta trampa sabiendo el efecto que iba a tener. Cada una de las partes de su ejército estaba colocada en la forma que Anibal pensó que atraparía a los romanos, porque además, Anibal tenía claro lo que necesitaba para vencer en todo momento y sus soldados confiaban ciegamente en él. No he visto a nadie dudar de esto nunca.
Seamos ahora un poco críticos y formulemos una hipótesis alternativa. Decíamos al principio de este artículo que Anibal no era idiota y tenía que saber que tenía muy pocas posibilidades de victoria. Esa masa de 80.000 romanos probablemente sería suficiente para terminar su aventura itálica. Sus oficiales y soldados tenía que ver las cosas de forma similar.
Para seguir avanzando en la hipótesis vamos a quitarle al personaje los poderes sobrenaturales. Anibal no conocía la psique colectiva de los romanos, entre otras cosas porque eso no existe. El comportamiento de una masa humana es consecuencia de muchas decisiones individuales basadas en emociones, experiencias, miedos, sensaciones... Anibal era incapaz de adivinar el comportamiento de una masa humana de ese volumen en una situación de estrés. Nadie en la historia humana ha sido capaz.
Para reforzar esta hipótesis tengo por seguro que si algo era previsible es el comportamiento contrario. Lo predecible era que los romanos intentaran mantener la línea a toda costa. Era parte de su doctrina militar, era la principal misión de los oficiales y era lo que entrenaban una y otra vez los ejércitos romanos en el Campo de Marte: para las legiones era fundamental mantener la disciplina en las líneas en su formación por manípulos. Esto sí lo conocía el cartaginés.
De momento el análisis se encuentra en que Anibal ganó Cannas por un golpe de suerte, de casualidad, con un "churro", por "potra" o la expresión informal que queramos usar. Pero si queremos mantener esta hipótesis tenemos que buscar una razón alternativa por la que el púnico dispuso así su ejército. Vamos a ello y veamos los elementos con los que contaba para tomar las decisiones.
En primer lugar conocía por sus exploradores el tamaño del ejército romano. Como fuera tenía que encontrar una manera de limitar el poder de ese número enorme de soldados. Eso ya hemos visto que lo encontró eligiendo el campo de batalla al norte del río donde los romanos no podían desplegar líneas demasiado largas que superaran a las suyas. Como contrapartida, sabía que los romanos podrían tener un ejército con muchas líneas de fondo que relevaran a las que estaban luchando en cada momento, pero con esto, al menos conseguía no ser desbordado por los flancos desde un primer momento. El día de la batalla, teniendo los romanos a Terencio Varrón de comandante, le aceptaron el lugar elegido por él. Cuentan algunas fuentes clásicas que Emilio Paulo era más prudente y prefería plantear la batalla de otra forma y en otro escenario. Sin embargo Varrón pensaba que la masa humana que presentaban era suficiente para una victoria fácil.
El segundo dato que conocía Anibal era la calidad de la caballería de cada bando. La suya, mandada por un tal Marhabal estaba compuesto por los mejores jinetes conocidos, púnicos y numidas junto con algunos celtas. La caballería de los romanos era bastante peor por varias razones, entre otras que en Roma no había la tradición de caballería de otras partes del Mediterráneo y que la caballería romana estaba formada por los hijos de las clases más pudientes de Roma, a los que les costaba arriesgarse en batalla más que a otros estratos sociales. Esto nos lo confirmará Julio Cesar 150 años más tarde en Farsalia. El caso es que si los cartagineses tenían una oportunidad de salir de allí con vida, esta era su caballería. No había más.
Seguimos con la hipótesis y en este punto tengo que asumir que Anibal apostó toda la batalla a la acción de su caballería. Tenía que ser capaz de liquidar a la caballería romana primero y aparecer por detrás de la formación romana después para crear el pánico en sus filas y poner las bases del evento de ruptura de las filas romanas que le diera la victoria. También creo que si los romanos hubieran actuado de forma normal no hubiera sido suficiente porque podían haber dado la vuelta a los triarios (las últimas filas de su formación) para enfrentarse a la caballería púnica y aún así tener ejército de sobra para arrollar a la infantería cartaginesa. Pero es verdad que si alguna opción tenía Cartago, era esa.
Sabiendo dónde está la oportunidad queda el factor tiempo. Esta es la clave de la formación cartaginesa. Anibal necesitaba tiempo para que su caballería pusiera en fuga a la romana y volviera a apoyar a la infantería. Si desde el primer minuto dejaba que chocaran las filas de ambos ejércitos, es probable que no tuviera ese tiempo y la masa romana le arrollara antes de que la caballería pudiera ser decisiva. Por eso diseñó esa formación. En mi opinión, Anibal no presentó una formación convexa a los romanos para encerrarles en una trampa, sino que les presentó un frente de batalla escalonado que tuvieran que vencer por partes.
La idea es que primero se enfrentaran a los galos y se entretuvieran unas horas allí. Derrotados estos podían huir detrás de los íberos (como así pasó) y los romanos tendrían que enfrentarse al siguiente escalón. Les costaría unas horas más terminar con estos y mientras tanto incluso podrían recuperar a los galos para volver a la lucha. Después quedarían los cartagineses del núcleo de su ejército. Con estos escalones estaba ganando tiempo para la caballería que volvería a la batalla (como también pasó).
La victoria estratégica incontestable se la pusieron fácil los romanos al romper toda disciplina de líneas, irse a por los galos en retirada y finalmente meter a la mayor parte de su ejército por el centro de forma incomprensible. Esto es síntoma de la muy mala calidad de los mandos intermedios romanos. Los centuriones no estuvieron a la altura y permitieron que la masa se descontrolara. Está claro que los desastres anteriores les habían dejado sin cuerpo de oficiales porque ni a Cayo Crastino ni a Tito Pulón, en tiempos de Julio César, les hubiera pasado esto.
Lo que sí es mérito de Anibal y por lo que debe estar en ese Olimpo de grandes generales es por haber sabido ver lo que pasaba en la batalla y aprovecharlo. Una vez que los romanos hubieron cometido el error, supo lanzar a sus guerreros cartagineses a terminar la jaula empujado por los costados. Aquí estuvo mucho más listo que los romanos que nunca tuvieron constancia de lo que pasaba hasta que era demasiado tarde. Este tipo de lectura del frente recuerda a Napoleón y trae a la memoria aquella frase suya de "nunca interrumpas al enemigo cuando esté cometiendo un error". Anibal no interrumpió a los romanos y en el momento justo les ayudó a apretarse aún más.
Esta hipótesis que formulo me parece mucho más realista que la clásica que se basa en un poder sobrenatural del personaje para leer la mente colectiva de 80.000 personas.
El error de Anibal.
Terminada la matanza, Roma había perdido a su último ejército y había quedado a merced del cartaginés. Ya no quedaba un solo soldado en armas que Roma pudiera usar en su defensa. Sin embargo Anibal, en vez de lanzarse hacia la ciudad a terminar la guerra, decidió quedarse en Cannas y pedir rescate por los prisioneros romanos que había hecho. Al pedir rescate, los romanos entendieron que no iba a asaltar la ciudad y se pusieron manos a la obra a ver de dónde sacaban más ejércitos para poder continuar la guerra.
Los romanos jamás se explicaron por qué cuando estaban totalmente derrotados no les había dado el tiro de gracia marchando hacia Roma y les dio el tiempo suficiente para recuperarse. Este hecho viene a reforzar la hipótesis del artículo. Anibal no conocía el espíritu de lucha de Roma y pensaba que con tantos desastres militares se rendirían y podría firmar una paz ventajosa para Cartago. Se equivocaba. Nunca se rindieron, años después le derrotaron y tuvo él que rendir su ejército. Incluso llegaron a provocar al poco tiempo una tercera guerra con ellos para destruir totalmente la ciudad de Cartago y su civilización. No quedó nada.
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