Recapitulando antes de seguir

Como estos blogs se terminan leyendo de atrás hacia delante voy a hacer un alto para resumir todas las ideas que han ido saliendo en cada una de las entradas y buscarles un sentido común. 



Empezábamos preguntándonos por qué el reino que más influyó en la formación de España y su proyección ultramarina se creó en base a unas comarcas entre lo que hoy son las comunidades de Cantabria y Castilla y León donde no ha quedado ni una capital de provincia ni siquiera una ciudad mediana. La historia que nos han contado, parece tener tantos mitos y exageraciones como realidades y siempre se basa en episodios medievales. En muchos casos parece que la historia de Península Ibérica empezó en el medievo y que la época anterior corresponde a una realidad separada e inconexa. 

Buscando un hilo argumental que pueda unir todo, hemos hecho un análisis de los pueblos que habitaban el norte de España. El análisis se basa en investigaciones científicas recientes y en el sentido común. El resultado puede parecer sorprendente, pero bien pensado cae por su propia lógica: la Iberia prerromana era un microcosmos donde pueblos de un mismo origen se desarrollaron en mayor o menor medida dependiendo de los contactos que tuvieran con otros pueblos más avanzados. Pero la realidad es que tenían todos la misma raíz genética. Los Íberos, los Celtas, los Centíberos etc. eran expresiones culturales distintas con un origen común. 

La llegada de Roma a la península introdujo cambios culturales profundos en la zona de la costa mediterranea, pero a medida que se iba introduciendo en el interior esos cambios se iban haciendo cada vez menores. En la época de Augusto, 200 años después del desembarco de Roma en Iberia, la Cordillera Cántábrica seguía siendo una isla, tanto en el plano cultural, como en el político. Estaba sin romanizar, probablemente porque nunca le interesó a la Urbe. Era un territorio montañoso, de muy poco valor agrícola. Además, dada esa falta de interés, está claro que nunca supuso una amenaza para las partes romanizadas en la península. Sabemos que lo más que se acercó Roma a esta zona fue durante las Guerras Sertorianas en las que unos romanos se peleaban con otros. 

Todo cambió con el principado de Augusto. Hemos razonado que Augusto es un personaje cuyo talento y méritos se han exagerado demasiado por su propia propaganda y la visión determinista que durante muchos siglos se ha dado de él. Llegó al centro de la política romana como Pilatos al Credo y aprovechó cada resorte que tuvo a mano para eliminar a todos sus rivales. Conseguido esto se dio cuenta de que le faltaba un triunfo de verdad. Necesitaba una victoria sobre pueblos extranjeros que pusiera su nombre a la altura de Cayo Mario, Lucio Sila, Pompeyo o Cincinato. Jamás había sido un buen militar así que eligió un objetivo que creyó fácil. Ese objetivo fue la Cordillera Cantábrica. Para esta conquista, además, llevó hasta 7 legiones y construyó infraestructuras logísticas descomunales. 

Se equivocó. Jamás consiguió someter a sus habitantes. Ni él, ni después Agripa, al que tuvo que enviar a sofocar una rebelión que le estaba hundiendo el frente. Mintieron. Fue todo propaganda. Tuvieron que dejar nada menos que cuatro legiones a vigilar que Astures y Cántabros no bajaran de las montañas. Esta situación se mantuvo durante cientos de años, en la que una o más legiones quedaban encargadas de la vigilancia del norte. La parte anexa a la montaña cantábrica, desde León hasta Las Merindades quedó conformada como una Limes o frontera.  Los habitantes de la zona se calmaron con el tiempo, pero la "romanización" no tuvo los mismos efectos que en Andalucía o Levante.

 Tras la caída de Roma y la llegada de los pueblos bárbaros, podemos ver un patrón similar. Los Visigodos consiguieron el sometimiento de toda la penísnsula menos la Cordillera Cantábrica. De nuevo tuvieron que hacer la guerra contra sus habitantes y de nuevo alcanzaron únicamente objetivos muy limitados. Creemos que la romanización y la cristianización de la zona no se había producido aún.

Para explicar todo lo anterior, hemos seguido el curso de la vía romana que unía Castro Urdiales con Herrera de Pisuerga. Nos hemos separado un poco de la visión que da viasromanas y creemos que dicha vía no cruzaba el llano de las Merindades hacia Frías sino que evitaba la zona. A Las Merindades solo entraba algún brazo que debía de servir de ruta logística para las legiones romanas. Creemos que esta vía no tenía un objetivo civil, como La vía de la Plata, sino que era únicamente militar. 

Nos queda entonces seguir por dos caminos:

1) Encontrar más evidencias de las guerras Cántabras en Las Merindades. Si la rebelión del 19 fue aquí, como sabemos por la arqueología, tuvo que haber algún campamento romano en el llano, más allá de ese puesto avanzado que comentábamos en la entrada anterior.

2) Intentar entender hasta dónde pudo llegar la invasión musulmana de la península, que situo entre el 711 y la muerte de Almanzór. 

Las siguientes entradas las dedicaré a eso.

Comentarios